La ventana se iluminó con la luz de un mechero encendiendo un cigarro, el humo entraba y salia de la habitación con ondulantes movimientos que solo se veían alterados por la respiración desacompasada calada a calada.
Vacilaba sobre la cuestión de dejar de fumar, pero no le resultaba cómodo hacerse a la idea de que sus hábitos tenían que cambiar, y por lo tanto descartaba la idea hasta que sus pulmones se contraían cuando se levantaba por las mañanas
-Hoy ha sido un día duro...- pensaba. Había ido a la compra,limpiado su casa, había estado ocho horas sacándole partido a su carrera, además de haberse recorrido la rambla varias veces en busca de ese incienso que le recordaba el olor de la casa donde se crió, así que pensó en terminar el día mirando desde su ventana cómo los turistas salían del parque Güell con intenciones de intoxicarse con alguna droga barata que les produjera ánimos para comenzar la noche.
-¡Bastet! hora de dormir- le dijo a su gata mientras recogía las cuerdas rotas de guitarra que la pequeña felina había dejado en medio de la habitación.
Xavier rescató a Bastet del suelo y la dejó reposar encima de su pecho, comenzó a acariciarla hasta que el rítmico ronroneo de la gatita le hizo quedarse dormido.
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